La magia del Kintsugi y Evivid
Transformando lo roto en belleza
Un día llegaron a mis manos unos pendientes de jade, uno de los cuales estaba roto en varios pedazos. Su dueña, profundamente apegada a ellos por su valor sentimental, había intentado encontrar piezas similares… sin éxito.
Cuando me los entregó, supe que esa historia no debía quedar en el olvido solo por no encontrar una solución.
Recordé una conversación con un amigo joyero, quien me habló del Kintsugi, el arte japonés que repara la cerámica rota uniendo sus fracturas con resina y polvo de oro. Lejos de ocultar las grietas, las convierte en parte esencial de la pieza. En símbolo de su historia.
Inspirada por esa filosofía, decidí aplicar ese mismo enfoque simbólico en Evivid: no esconder las cicatrices, sino integrarlas y darles valor. Porque forman parte del recorrido de cada joya.
Creemos que lo imperfecto puede ser extraordinario, y que nuestras marcas —lejos de restar valor— nos hacen únicos.
Aunque el Kintsugi tradicional utiliza materiales específicos, en Evivid adoptamos su esencia de forma creativa: concebimos cada restauración como un homenaje a las huellas del tiempo, sin disimularlas ni taparlas. Porque las cicatrices, visibles o invisibles, cuentan quiénes somos.
Los pendientes fueron restaurados con mimo y respeto, y su dueña pudo volver a llevarlos, descubriendo algo esencial: que la belleza también está en las marcas que deja la vida. Que lo imperfecto no resta, sino que suma.
Hoy, esa joya representa una historia vivida, aceptada y transformada.
Esa es la verdadera magia del Kintsugi.
Y también, la de Evivid.
Elena Vicente
“En Evivid, cada joya rota es una oportunidad para comenzar una nueva historia.
¿Estás lista para abrazar Tus imperfecciones y transformarlas en algo extraordinario?”

